Cuando cumple 22 años Mario viaja a Europa dispuesto a encontrar las raíces de la pintura y su inspiración artística.
Varios meses en Paris lo llevan a descubrir que allí no está su búsqueda. Está en la “cuna del arte” occidental, y no se siente para nada conmovido.
Luego de unos meses decide volver habiendo comprendido que su motivación artística estaba en su tierra, que debía arañarla y buscar en sus raíces. Es entonces que comienza con su amigo el fotógrafo Tito Vallacco a tramar un nuevo viaje al noroeste argentino, Perú y Bolivia. Quieren conectarse con los orígenes del continente en la América profunda.
En ese camino algo lo hace vibrar mil veces más que el Louvre: una extraña y mágica luz sobre el lago Titicaca. Esa atmósfera y ese silencio sideral lo hacen encontrar su verbo, el que guiará toda su obra.
Esta realidad lo subyuga y lo motiva por completo y para siempre.
Tito Vallacco es el autor de las fotos tomadas en aquel mítico viaje.


VALLACCO - MOLLARI